“Pero tenía
que ser, en mi opinión, cosa del destino el nacimiento de tan gran ciudad y el
comienzo de la mayor potencia después de la de los dioses” Tito Livio
Las leyendas (muchas de ellas de origen griego) nos cuentan la historia
de su mítico nacimiento: Según la “Eneida”,
Eneas (hijo de Aquiles y Venus) huyó de Troya con su hijo Julo refugiándose en
el Lacio, donde pactó con el rey Latino y contrajo matrimonio con su hija.
Más tarde Julo (también Iulus o Ascanio) fundó la legendaria y muy
cercana a Roma, Alba Longa y también se creó la ciudad de Lavinio (ambas
precursoras de Roma); en Alba Longa doce reyes le suceden (una estirpe de reyes
latinos). La sobrina del último de ellos (Rea Silvia) tiene dos hijos con el
dios Marte: Rómulo y Remo, cuyo tío Amulio, que había destronado a su hermano y
primogénito, Numitor, arroja a las orillas del Tíber para borrar toda
descendencia que pudiese reclamar el trono.
La famosa loba los salva y los amamanta en una gruta del Palatino hasta
que son descubiertos y criados por Fáustulo y Larentia. Tito Livio apunta por
vocación histórica que la loba sería Larentia, puesto que prostituía su cuerpo
y era denominada "lupula"
por los pastores de la zona, pasando más tarde a formar parte de la leyenda
simbólica. En cuanto a la citada paternidad de Marte, se debe probablemente a
que Rea Silvia fue violada después de haber sido obligada a ingresar en el
colegio de sacerdotisas de la diosa Vesta (institución que perduraría hasta la
implantación absoluta del cristianismo), cuyo cometido era velar por el fuego
sagrado que garantizaba la seguridad del Estado y que no se podía apagar jamás;
el servicio de las doncellas vestales era de 30 años y exigía una castidad
absoluta, cuya infracción estaba penada con ser enterradas vivas.
Cuando Rómulo y Remo son lo suficientemente fuertes recobran su puesto
en Alba Longa y fundan una nueva ciudad donde los presagios son favorables
(Rómulo ve doce buitres, mientras que su hermano Remo solo ve seis). Tras esto
Rómulo surca con un arado los márgenes que se amurallarían en esta nueva
ciudad, y ante la reacción de su hermano atravesando el surco burlonamente, lo
asesina, diciendo Rómulo: “Así muera en
adelante cualquier otro que franquee mis murallas”. Este crimen viene a dar
significado a la inviolabilidad de la ciudad que durante siglos se mantendría.
Su nombre puede provenir de su fundador, pero también del linaje etrusco
de los "Ruma", o también
del término "rumón" que
significa río (Roma, ciudad del río). En cuanto a la famosa estatua de la loba,
era etrusca (s. VI-VII a.C.) y se expuso como símbolo de la ciudad, pero se
acabó perdiendo hasta la edad Media, cuando se recuperó en el Laterano; los
gemelos fueron añadidos por Palliolo en el siglo XV.
Más tarde, ante la escasez de mujeres del incipiente pueblo romano, la
leyenda nos dice que Rómulo congrega a todos los pastores de los pueblos
vecinos en una gran fiesta y los romanos aprovechan para raptar a las sabinas.
Los vecinos claman venganza, pero son vencidos por las tropas de Rómulo; más
tarde se libra una batalla que llega hasta las puertas de la ciudadela de Roma,
pero las secuestradas consiguen evitar la guerra entre sus esposos y sus
hermanos, consiguiéndose así el establecimiento de muchos sabinos en Roma. Lo
más probable es que se llegase a un tipo de acuerdo entre los dos pueblos para
salvar la crisis demográfica a que se estaba abocando una Roma mayoritariamente
compuesta de varones, a cambio de alguna contraprestación (como pudiera ser la
de socorro militar en caso de peligro).
Al emplazamiento primitivo sobre el Palatino (“Roma quadrata”) se unen las colinas de los sabinos, Quirinal y
Viminal, tras un acuerdo con el rey latino Tito Tacio y se pacta un reinado
conjunto que dominaría totalmente el que sobreviviera al otro.
Se puede considerar a Rómulo como primer rey de Roma, y acabaría siendo
divinizado como “Quirinus” (esto
explica que los romanos se autodenominasen “quirites”).
Roma caminaba ya imparable hacia el “septimontium”,
la ciudad de las siete colinas…
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